lunes, 5 de noviembre de 2012

Cariño















Cariño en piedra blanca
de innata fidelidad tallada,
de túnicas revestida con suaves curvas.
Deja que tu rostro admire
y acaricie tus manos.
Que bajo tu enigmática
sonrisa adivine o intuya certezas
no a los mortales desvelados.
Esclavo, dulce y fiel , confiado ,
a tus pies me alborozo
y mi alma desnudo
de dudas y vanos sentimientos
y lo mas puro
(pues faltan palabras para expresar lo sagrado)
te ofrezco.
Lo que durante años busque
me sale ahora al encuentro,
sutilmente donado por tus puras manos y asi,
adornadas mis sienes
por embriagadora dicha
postrado a tus pies
bajo la sombra cálida de tu corazón,
escucho tu canto,
que solo a nosotros y a los ángeles concierne.





Anoche

















Anoche te soñé
o tal vez anteanoche
entre olas lentas y rotundas
de un oscuro mar.
Ibas y venias por el mero
placer de sonreir en cada estrellarse del mar en tus caderas,
mientras la espuma levantando
salados aerosoles,
con efimeros arcoiris te coronaban.
Asomado a tu mirada,
simas abisales de ternura
infinita y profunda,
como un muñeco de arena me fundia y deshacia a tu caminar,
en cada batir del mar,
en cada remar de tus caderas,
en cada gracioso andar
de tus pies por la blanda arena
dejé de ser...
Y dejé de estar
O de padecer.
¿sabes? anoche te soñé...
Tal vez fue un recuerdo,
no lo sé, pero un sabor salado me llenó la boca
al despertar con mar y con risas, con sol y con paz.
Tal vez fue otra noche,
no sabría decirte,
pero ibas y venias,
por el mero gozar
de sentir las tibias olas  besar tu piel .
Y yo tuve paz, infinita paz.